Las Ășltimas semillas del Mashcasango.
- Ăngel FabiĂĄn Iza
- 14 feb 2023
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 25 feb 2023
Cuando falleciĂł mi abuelo JosĂ© Lino Gualle â a finales de año 2002 â se despertĂł una crisis de identidad en mi interior. Ya en ese entonces me gustaba la fotografĂa, de hecho cursaba una especialidad en la Alianza Francesa de Quito. Y fue con mi abuela que realicĂ© mis primeros bodegones y retratos, fue con quien explotĂ© todo el recorrido de sus palabras, de sus consejos y su presencia. Una tarde, el sol entraba de ladito por la puerta de madera a medio cerrar, Felisa se encontraba desgranando sus mazorcas de maĂz; allĂ recostado, esperando el mejor momento plasmĂ© una de mis mejores fotografĂas, un retrato de quien luego de 17 años â en la actividad del restaurante â comprendĂ que no solo desgranaba: estaba clasificando y custodiando las mejores semillas de todas sus variedades de granos; hoy, han desaparecido la mayorĂa de ellas. Y esa ausencia nos priva tambiĂ©n de otros sabores, platos Ășnicos de las cocinas de leña de nuestras abuelas. Este retrato de Felisa Quisaguano en su cocina recibe a los comensales y da la bienvenida desde una de las paredes principales de la Casa Museo, su mensaje visual es transversal para esta cocina rural.

Este breve relato abre el telĂłn y la inspiraciĂłn que para nosotros â mi familia â significa sostener el Restaurante CafĂ© Negro y, desde los sabores educar y comunicar (Edu-comunicar) sobre este proyecto de vida y visiĂłn de un turismo rural y sostenible en nuestra parroquia, rica en historias, memoria y personajes que siguen vivos.
En la terraza-huerto empezamos a diseñar una obra de marionetas inspirada en nuestros abuelos, basados en los dibujos de Margarita. En la primera etapa de la investigaciĂłn conocimos del âPasaporte 96â, sĂ, un pasaporte interno para viajar de regiĂłn a regiĂłn, un documento emitido por el Ministerio de Defensa de Ecuador en 1940, lo portaba un mindalae andino, Don JosĂ© Lino Gualle; hijo no reconocido de Emilio Pallares dueño de la Hacienda La Merced.
Esta obra relata el viaje de los sabores, en un contexto rural entre la sierra y la costa; alrededor de esta profesiĂłn de comerciante andino, de un mercader que ofertaba telas en varias provincias del Ecuador, y es en Tabuchila CantĂłn de ManabĂ donde se asentĂł por un buen tiempo, allĂ instalĂł su primer almacĂ©n. Era su punto logĂstico para adentrarse en largos viajes a cada recinto â conformado por grupos familiares pequeños â a gestionar la venta y sus crĂ©ditos.

Por estas rutas âtruequeabanâ con sabores, se practicaba el trueque por la condiciĂłn agrĂcola de sus clientes de la costa. Cacao, cafĂ©, arroz, regresaban consigo a su casa ubicada en el corazĂłn de la Parroquia La Merced, en Quito. Su retorno era apetecido por compadres que en su visita llevaban tambiĂ©n un poco de estos frutos exĂłtico â en ese tiempo â para compartir con sus familias. La abuela cocinaba arroz solo el domingo, era un manjar para esas bocas golosas.
La cocina de humo â tulpa â de la Abuela Felisa es parte del Museo; de un museo vivo, que despierta sabores y conserva esa memoria. La Chef Rural VerĂłnica Romero estĂĄ recuperando esos sabores locales, no es fĂĄcil, muchos de los ingredientes para replicar los mismos platos ya han desaparecido, y otros estĂĄn en ese camino. El mercado global estĂĄ â genĂ©ticamente â fabricando nuevos granos. Y la palabra fabricando es algo denso porque esos granos han perdido su genĂ©tica cultural. La pĂ©rdida de semillas, es de igual proporcionalidad a la pĂ©rdida de identidad; esta obra de marionetas proyecta recuperar uno de los platos emblemĂĄticos para la familia: el Mascashango. Yo lo comĂa de niño, y se quedĂł en mi memoria.

Para su elaboraciĂłn la Chef consiguiĂł los granos de morocho amarillo en la cima de la montaña IlalĂł donde vive otra guardiana de la semilla, la TĂa Luca. Lucrecia Atahualpa, comunera de la parroquia La Merced vive y convive con este cerro y su actividad estĂĄ relacionada con la tierra, con los granos.
CREANDINO, nuestra Empresa Social de la ComunicaciĂłn y Desarrollo recreĂł esta y muchas otras historias de los viajes de JosĂ© Lino y la cocina de Felisa Quisaguano; a partir de los primeros bosquejos de las escenas, personajes y situaciones de la mano creativa de Margarita Iza, Ășltima bisnieta de Felisa. AprendĂ a tallar la madera mirando un tutorial por youtube, me gustĂł el pino â blancĂłn y con betas finas â los esqueletos de madera los arropĂł Vero, la confecciĂłn es su otro talento. Y Paulino Iza se puso a ensayar los libretos. Este hogar es un Laboratorio de InnovaciĂłn Rural y el equipazo que construimos con nuestros hijos crece en esta terraza creativa.

La puesta en escena de esta obra, es un esfuerzo desde la ilusiĂłn y convicciĂłn por preservar nuestra vida rural, conservar esa memoria que sustenta todo este circuito de turismo rural que naciĂł en el 2005. Somos una familia cuyo proyecto de vida se quedĂł en la casa, somos una familia que ha hecho de su identidad su mayor inspiraciĂłn para producir, crear y compartir.

Hoy la funciĂłn estĂĄ acompañada de un menĂș especial, de ese menĂș que les hablĂ© de los sabores extintos, del viaje de los sabores. Buscamos brindar experiencias a los turistas y la puesta en escena y 1ra presentaciĂłn fue el 1 de noviembre de 2022; en la celebraciĂłn anual y familiar que sus hijos lo han vuelto una tradiciĂłn, en el dĂa de los difuntos, el dĂa mismo del nacimiento de una mujer que sin saber leer y escribir ha hecho historia y ha heredado este patrimonio intangible, Ășnico: la unidad familiar. Junto al fuego y el humo las manos de su nieta VerĂłnica Romero, dan vida a los sabores de la memoria. Esta profesiĂłn en la cocina muy rural, muy sostenible, llena de esperanza para la mujer rural en su cocina. Su labor es transformadora, trabaja en su propio huerto (Paluhuayco) y vincula a otras vecinas que siembran, producen, cocinan y son jefas de hogar.