La proyección de la Av. Ilaló data de inicios de los años 50’s, en la presidencia de Galo Plaza Lasso se presentó los estudios de una autopista de Quito al Valle de Los Chillos con una ramificación a la Parroquia de Alangasí; la presión de la inversión turística (perforación de aguas termales) en las faldas del Ilaló, y lotizaciones agresivas pos reforma agraria viabilizaron la construcción de este ramal. Se delineó un nuevo trayecto a las comunidades asentadas en este territorio, una nueva historia; un diseño vial que atendió la necesidad de conectar - casi de forma recta - La Merced (balnearios) con San Rafael (Autopista Gral Rumiñahui), aislando indiscutiblemente el camino antiguo, y consigo parte de la memoria de estos pueblos.
Esta obra aceleró el crecimiento urbano tanto de la Parroquia de Alangasí, como de la naciente La Merced (1964), barrios colindantes a esta vía se vincularon directamente al nuevo eje de desarrollo: San Pedro de El Tingo, San Juan Bautista de Angamarca, Carlos María de La Torre, San Carlos, San Francisco de Baños de La Merced, 4 de Octubre, Virgen de Lourdes, San Marcos, Ushimana y sus cabeceras parroquiales.
La carretera contó con 8m de ancho en asfalto, cunetas de hormigón en los costados que permitían el drenaje de aguas lluvia y su inicial mantenimiento. Pero al no contar con sistemas de alcantarillado, redes de agua potable, redes telefónicas; su progresiva intervención para enterrar estos servicios precipitó el deterioro. No fue hasta el año 2020 que se ejecutó una repavimentación (reposición de la carpeta asfáltica 7cm) que fue criticada, un mantenimiento que costó más de un millón de dólares, ignorando los estudios que hablan de una rehabilitación integral valorada en 4.5 millones. Es decir, por una cuarta parte se realizó un mantenimiento (costosos) por parte del Municipio de Quito, que no duró más de un año.
La mayoría de diseños viales elaborados en despachos urbanos no han considerado al peatón, como el centro de la movilidad sostenible; descartando aspectos originales en los modos de transporte tradicional de la zona (peatones, semovientes, bicicletas, transporte público). Ampliar estos conceptos a tomando fuerza a partir del diseño participativo del Plan de Movilidad para la Av. Ilaló (Mancomunidad Ilaló, 2013), y paralelamente con la aprobación (diciembre 2017) de la Ordenanza Metropolitana 0194 que prioriza, regula, facilita y promociona la bicicleta y caminata como modos de transporte sostenibles en el Distrito Metropolitano de Quito. Ordenanza que acoge esta iniciativa ciudadana y se debería aplicarse.
Esta experiencia nos obligó a entender que para la comunidad está limitado opinar y ampliar las intervenciones desde el ejercicio de “presupuestos participativos”; asambleas de priorización de obras que regulan los GAD’s Municipal y Provincial y para el caso de los Gobiernos Parroquiales, es un presupuesto que sigue madurando y ajustándose a sus competencias muy organizativas (COOTAD 2011). Sin embargo, este modelo participativo solo permite incidir en proyectos que no superan los 300.000 USD por varios factores: competencia específica, limitada asesoría técnica, ausencia de proyectos locales, capacidad de comunicación institucional, limitada participación con incidencia, falta de inversión integral y de largo plazo. Lógicas que obedecen a un direccionamiento urbano impuesto durante muchos años por la ausencia de política pública rural, propia.
Esto literalmente coarta las posibilidades de emprender macro proyectos. Dejando a “voluntad” y coyuntura política de quienes dirigen las entidades públicas superiores (Municipio, Prefectura, Gobierno Central) el atender estas demandas locales, que son verdaderos ejes de desarrollo. En la esfera pública, encontramos también otros aspectos de carácter político, burocrático y tecnocrático que se vuelven factores de riesgo para el desarrollo local. Como la pregunta que ha sido propuesta en varias ocasiones: ¿Por qué no se financia a mediano o largo plazo la ejecución de esta obra de forma integral?
Las autoridades toman decisiones equívocas en función de la temporalidad política, la coyuntura y acompañado de un discurso populista, en medio de apuros; como este emblemático caso que demuestra la supervivencia de una política pública residual para el sector rural. Un “mantenimiento” luego de 4 décadas y por un monto que bien pudo cubrir un tramo importante de la obra integral que cuenta con estudios aprobados y socializados de la Av. Ilaló en el tramo de El Tingo, hasta La Merced (6.4km).
Este proceso participativo arranca desde la creación de la 1ra Mancomunidad del Ilaló entre los gobiernos parroquiales de Alangasí, La Merced y Guagopolo, y a través de una carta de intención entre los dos primeros GAD’s en noviembre de 2011 se solicitó, un primer emplazo a atender este eje estratégico. Carta que nunca fue contestada, dejando un contundente mensaje a los Gobiernos Parroquiales y ofendiendo su autonomía. La mancomunidad elevó también a política local otros dos ejes claves para la integración territorial y de gestión alrededor del volcán: Generar circuitos y condiciones para un desarrollo Integral de la Economía Popular Social y Solidaria; y, Planificar y ejecutar un Plan de Turismo Sostenible alrededor del Cerro Ilaló.
La confianza depositada en los actores de gestión públicos como GAD´s parroquiales ha sido una constante en los últimos 15 años, esperanzados en la afamada “autonomía” se han elevado propuestas sin eco. La mayor participación ciudadana únicamente se ha concentrado en la solicitud circunstancial de la demanda social, sin revisar la planificación colectiva (Planes de Desarrollo) y sin articular una planificación territorial mancomunada. Esto no solo es un factor voluble que ahonda escandalosamente la forma de asignar los recursos económicos, es también parte de una visión local aferrada a las posibilidades constitucionales de sopesar esa realidad a través de un órgano de gobernanza estratégica: mancomunidades.
Así nació, y bajo estas circunstancias políticas sobrevive el Plan de Movilidad Rural, un primer proyecto de política pública rural que se fortaleció desde el Foro Rural Ilaló (2014 - 2018) una vertientes de acción colectiva entre organizaciones de base, que innovaron un modelo de gestión comunitaria enfrentándose desde otras vías alternativas de gestión y apropiación (planes de comunicación) haciendo públicos los respaldó con firmas y manifiestos para defender su tesis.
A este modelo participativo se sumó el apoyo académico de la Facultad de Arquitectura de PUCE a través de su programa de vinculación con la comunidad: “Laboratorio de los paisajes vivos” (2014). Este programa se fue integrando a la visión y acción colaborativa del 1er Laboratorio de innovación Rural CREANDINO, en ausencia de una política local; ello permitió estructura de manera técnica, paisajística, funcional, varios proyectos y anteproyectos arquitectónicos comunitarios, diseñando la nueva infraestructura para el desarrollo local: la nueva ruralidad.
Luego del cambio de autoridades de los GAD’s locales (2014), la Mancomunidad Ilaló se desvaneció, sus objetivos se dispersaron en una aventura que involucró a más Gobiernos Parroquiales (Mancomunidad Valle Los Chillos). Por casi 10 años el FORO RURAL ILALO sostuvo estos claros objetivos, se metió en la agenda de la Comisión de Participación Ciudadana del Cabildo Quiteño (2014 – 2019) presidida por la Concejala Daniela Chacón, en varias jornadas logró incorporar este proceso participativo en los estudios finales a cargo de la Empresa Pública Metropolitana de Movilidad y Obras Públicas (EPMMOP), encargada de su ejecución. un equipo del Foro Rural se vincula por delegación (2021) al Sistema de Participación Ciudadana del Municipio de Quito (Ordenanza 102) y a través de sus Asambleístas delegados de las parroquias de este Valle amplían la visión en el documento público Plan Rural Los Chillos.
En resumen, hemos sido testigos, hemos visto pasar de frente intervenciones públicas por fuera de la planificación, y pensadas en el aplauso momentáneo; con consecuencias inmediatas por la improvisación en la administración del presupuesto público. Este asfaltado disfrutó el usuario apenas 2 años, su carpeta asfáltica va por el tercer circuito de re-bacheo, gran parte de la vía está fisurada; y se postergó, nos negaron la gran oportunidad de contar con una ciclovía permanente, veredas y más de 20 bahías para el transporte púbico.
Actualmente se han sumado varios colectivos a refrescar la mirada pública. “La vuelta al Ilaló para tener al Ilaló de vuelta” es un motor de incidencia colectiva que está gestionando ciclo paseos progresivos para concientizar a la sociedad de preservar el Ilaló, su vocación rural y contar con una infraestructura permanente para la bicicleta: ciclovías. Organizaciones como Acción Ecológica, Ciclópolis, Cabildo Cívico de Quito, Ilaló Verde, Creandino, entre otras han trasladado esta causa sostenible de la ruralidad de Quito a la opinión pública; esta suma de esfuerzos está ingresando nuevamente, y con fuerza iniciativas ciudadanas dentro de la agenda pública.
Podcast con los candidatos, y diálogo sobre el Plan de Movilidad Av. Ilaló (2019)
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